Inteligencia artificial al servicio del bienestar animal
Dos proyectos de bioacústica e inteligencia artificial monitorean el bienestar de los pollos y predicen indicadores productivos en instalaciones avícolas
Desde hace varios años, la sección Avícola del Grupo AN trabaja en un proyecto de bioacústica que se centra en el estudio del bienestar de los pollos y en la predicción de los indicadores de gestión de las explotaciones a partir del sonido que emiten los animales. Mediante la instalación en el interior de las naves de un sensor se obtiene todo el sonido generado, consiguiendo datos del número, frecuencia, ancho de banda y centro de energía de la vocalización de las aves. Estos datos, sumados a la información de los granjeros, veterinarios y técnicos, generan un conjunto de parámetros que sirven de entrenamiento a un algoritmo de inteligencia artificial, cuya finalidad es buscar indicadores relacionados con el bienestar de los animales y con la predicción de parámetros productivos.
Utilizando esta herramienta de IA, la sección está realizando predicciones de peso con una antelación de cuatro días en granjas de aves y determinando el nivel de bienestar de los pollitos en las salas de incubación. Javier Lacalle, director de Ganadería del Grupo AN, explica la importancia de conocer qué oportunidades ofrece la inteligencia artificial: “Hay que entender que es una herramienta más que nos ayuda a mejorar en nuestro trabajo, es un nuevo recurso fundamental para asegurar la competitividad y la eficacia operativa”.
Origen del proyecto
En el año 2021, la sección Avícola, junto con la empresa Cealvet, comenzó a trabajar en un plan de alimentación temprana para mejorar el rendimiento de los pollitos. Mediante la administración de un pienso complementario de nutrición aplicado en la sala de incubación, el animal empieza a alimentarse cuanto antes facilitando la actividad enzimática y la eficiencia de la digestión. “Estos años hemos realizado un estudio con millones de pollos, con y sin el gel, con el objetivo de medir el beneficio del producto sobre el bienestar de las aves, estudiando la mejora producida y la reducción del estrés”, concreta Javier Lacalle.
Incubadora
El siguiente paso del proyecto de alimentación temprana fue la incorporación de la bioacústica como herramienta de medición para obtener la dimensión cuantitativa del nivel de bienestar de los pollos en las incubadoras. “Las aves son uno de los grupos de animales que se pueden comunicar vocalmente, ya que disponen de llamadas de estrés, sexuales o de alerta, por lo que es posible determinar su nivel de bienestar en función de cómo están piando”, detalla el director de Ganadería.
En este sentido, la tecnología desarrollada detecta y captura las vocalizaciones de las aves para obtener descriptores acústicos a los que posteriormente se les da una explicación. Durante un año de nacimientos se han estado recogido datos, lo que supone más de 2,7 terabytes de vocalizaciones. “Esta gran cantidad de datos sería imposible procesarla si no fuera por la inteligencia artificial, que nos ayuda a encontrar relaciones entre los descriptores de manera supervisada y automatizada”, comenta Javier Lacalle.
Desde el mes de febrero, se han añadido al algoritmo de IA varios parámetros obtenidos mediante un sistema sensórico, como son humedad relativa, temperatura y nivel de intensidad de la luz. Con todo ello, se generan unos estándares para cada manada que permiten diferenciar el estrés por época climática, día de la semana, carga de trabajo o cantidad de ruido y buscar cuáles son las mejores condiciones.
Granja
En paralelo al anterior proyecto, desde hace un año y medio, en una de las granjas de crianza del Grupo AN, se miden las curvas de frecuencia que determinan el nivel de bienestar, con el objetivo de prever el peso de los pollos. “Para nosotros es fundamental que las aves lleguen al centro de procesado con el peso adecuado y que así el aprovechamiento sea el más adecuado para reducir costes y evitar desperdicios”, aclara el director. En estos momentos, para conocer el peso con el que sale el pollo de la nave los veterinarios realizan pesajes con 0, 7, 14 y 28 días. Después, se efectúa una predicción del peso final del animal apoyándose en el conocimiento de la nave, la época climatológica y la estirpe.
Javier Lacalle explica cómo en este punto se volvió a incluir el uso de la IA: “Hemos continuado alimentando el algoritmo con los pesos que se han recogido manualmente y se ha desarrollado una correlación entre el nivel de bienestar y cómo van a crecer los pollos, ofreciendo el peso con una anticipación de cuatro días y un margen de error por debajo del 2 %”.
Para finalizar, Javier Lacalle comenta cuál es el objetivo a corto plazo: “El objetivo es que el modelo esté testado con las condiciones de nuestra ganadería (alimentación, estirpe y climatología) e ir replicando su instalación en otras naves”.